La miel, el tercer producto más adulterado del mundo

La miel, el tercer producto más adulterado del mundo

Según un estudio publicado en Journal of Food Science, la miel es el tercer producto más adulterado del mundo (después del aceite de oliva y la leche). En la Unión Europea hay 17 millones de colmenas y 600.000 apicultores, que producen 250.000 toneladas de miel al año. Somos los segundos en el ranking mundial de producción, detrás de China, pero no producimos lo suficiente para cubrir nuestro propio consumo e importamos de otros países, principalmente del país asiático. Según otro estudio de la Comisión Europea, Rumanía, España y Hungría fueron los países de la UE que más miel produjeron en 2015.

 

En Europa, los criterios de calidad de este producto están establecidos en función de unos criterios específicos recogidos en la Directiva 2001/110/CE del Consejo, de 20 de diciembre de 2001, relativa a la miel y mientras los apicultores europeos tienen que cumplir unos estándares de calidad muy exigentes, el 20% de las importaciones de miel no respeta los estándares de calidad europeos. Este hecho sitúa en desventaja a los productores europeos, que tienen que cumplir exigencias de seguridad alimentaria mucho más elevadas.

 

El artículo 2. 4) a) de la Directiva 2001/110/CE establece que deberán mencionarse en la etiqueta el país o los países de origen en que la miel haya sido recolectada. No obstante, si la miel procede de más de un Estado Miembro o de un tercer país, dicha mención podrá sustituirse por una de las siguientes, según proceda:

 

  •  «mezcla de mieles de la CE»,
  • «mezcla de mieles no procedentes de la CE»,
  • «mezcla de mieles procedentes de la CE y de mieles no procedentes de la CE».

 

Como vemos, la normativa permite etiquetar mieles como «mezcla de mieles procedentes de la CE y de mieles no procedentes de la CE» sin indicar los países en los que fueron recolectadas. Algo que UPA, COAG, Asaja y Cooperativas Agro-alimentarias han  denunciado porque consideran que atenta contra lo establecido en la normativa comunitaria en materia de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios, ya que las leyendas admitidas inducen a confusión a los consumidores y han reclamado al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente la obligatoriedad de especificar el origen de la miel y su porcentaje en el etiquetado, tal y como sucede en otros países de la UE.

 

Este es un ejemplo de miel española etiquetada como tal.

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Foto:  Las Obreras de Aliste.

 

La siguiente etiqueta es un ejemplo de cómo se debería etiquetar la miel para que quede perfectamente clara la trazabilidad del producto: su origen, lugar de extracción y envasado, así como la información nutricional, y también el tipo de explotación de la que procede, si es estante (con garantías de que toda la miel procede de dicha explotación y lugar concreto dentro de la Reserva de la Biosfera) o trashumante.

 

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La miel, adulterada

El fraude en la calidad de la miel se da cuando el consumidor percibe que lo que está recibiendo no es lo que realmente la etiqueta le está indicando o le hace ver, ya sea de tipo nutricional o simplemente sensorial, explica Santiago Escribano, ingeniero agrónomo, apicultor en Las Obreras de Aliste.

 

“Se permite a los operadores etiquetar mieles con menos del 1% de miel de la UE como mezcla de mieles UE-no UE sin indicar los países en los que las mieles fueron recolectadas, o etiquetar como mezcla de mieles no UE sin indicar si la miel comercializada proviene de China, por ejemplo. Ahí está el fraude”, afirma Escribano. “Sin embargo”, añade, “Italia, siendo miembro también de la Unión Europea, obliga a especificar el origen de la miel”.

 

La miel, el tercer producto más adulterado del mundo

 

La pureza de la miel se puede ver severamente perjudicada como consecuencia de la adición de medicamentos en los apiarios (colmenares) y la extracción de la miel sin guardar los periodos de seguridad, de ahí la importancia de los controles necesarios por parte de los técnicos en esta materia, fundamentalmente ingenieros agrónomos, ingenieros técnicos agrícolas y veterinarios, comenta Escribano. Pero uno de los fraudes alimentarios más comunes que nos podemos encontrar es en materia de identidad, cuando se sustituye la miel, en su totalidad o en parte, por un sucedáneo, siempre de peor calidad y de menor coste, como puede ser el agua con azúcar o la glucomiel.

 

Según Santiago Escribano, al consumidor le resulta complicado encontrar miel de calidad en los lineales de las tiendas de alimentación. Es frecuente, por ejemplo, encontrar en nuestros supermercados “miel de caña”, que no existe como tal, sino que es jugo de caña de azúcar y que determinadas marcas lo venden directamente como miel de caña o enmascaran que se trata de un derivado de la caña de azúcar diciendo que “tradicionalmente se conoce como miel de caña”.

 

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Jugo de caña de azúcar que determinadas marcas venden como miel de caña, que no existe como tal. Foto:  Las obreras de aliste.

Y por supuesto la ausencia de polen en la miel también se debe considerar un fraude. Según Vaughn Bryant, director del Laboratorio de Investigación en Palinología de la Universidad de Texas, una miel que no contenga polen en su composición no se puede considerar miel, ya que pierde todas las propiedades nutritivas y saludables. En la siguiente imagen, después de un proceso en el laboratorio, se puede apreciar el polen en una muestra de miel multifloral procedente de Las Obreras de Aliste (Zamora), dentro de la Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica.

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Al calentarse la miel y eliminar el polen de la misma, lo que se consigue es eliminar “su huella dactilar”, por lo que no se puede determinar ya su origen.

España, principal productor en Europa

Según datos del Ministerio de Agricultura, la producción de miel en España, el principal productor en Europa, se situó en 2016 en torno a las 31.000 toneladas, de las que casi 27.000 se exportaron, dada su calidad y el alto precio que se paga en el mercado exterior. Algo que confirma Escribano,“la miel española, de buena calidad (como consecuencia de la enorme variedad de flores y del clima), acaba fundamentalmente en Alemania, donde se envasa y se vende a los países árabes ricos que pagan bien el producto”.

 

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Fuente: MAPAMA

 

El remanente que queda no es suficiente para satisfacer la demanda del mercado español, por lo que en 2016 tuvimos que importar algo más de 29.000 toneladas (12.967 toneladas procedentes de la Unión Europea y 16.043 toneladas de países extracomunitarios -el 49,7% de China-).

 

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Fuente: MAPAMA

“El precio de importación de la miel china se sitúa en torno a la mitad de los costes que han de asumir los productores españoles ”, han denunciado desde la Plataforma Etiquetado Claro, formada por asociaciones y federaciones de apicultores españoles.


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4 Comentarios
  • Chelo Guadalajara
    Publicada a las 10:22h, 14 marzo Responder
    • Isabel Caballero
      Publicada a las 15:59h, 16 marzo Responder

      Sí, el Gobierno está trabajando en una normativa que incluya la obligación de indicar el origen de la miel. Y si incluye el porcentaje, cuando se mezcla, mejor que mejor.

      El consumidor tiene todo el derecho de saber qué está comprando y consumiendo.

      Gracias por tu comentario, Chelo.

      Un saludo, Isabel

  • Cristóbal
    Publicada a las 00:12h, 09 mayo Responder

    Son mucho más importante de lo que parecen, pero n le echamos cuenta

  • SOS Salvemos a las abejas – Isabel Caballero
    Publicada a las 20:19h, 26 abril Responder

    […] Parlamento pone de relieve los problemas a los que se enfrenta el sector apícola en la UE. Desde la miel falsificada hasta los plaguicidas nocivos que ponen en peligro a las poblaciones apícolas. Por ello, los […]

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